
Trabajar con un psicópata nunca es una experiencia divertida. Si hacemos caso a las estadísticas, el 1% de la población tiene una psicopatía. Este diagnóstico les supone, fundamentalmente. la imposibilidad de manejarse emocionalmente como la población general y una carencia evidente de empatía hacia las dificultades y emociones de los demás. Para terminar de decorar la tarta, estos psicópatas muestran una mayor tendencia al comportamiento desinhibido y antisocial.
Se calcula que entre el 15% al 20% de los reclusos muestran rasgos psicopáticos. Pero los psicópatas no se ven reducidos únicamente al mundo de la delincuencia. También tienen una representación muy importante (demasiado) en el ámbito empresarial. La tasa de psicópatas entre los altos ejecutivos de grandes empresas es de un 3,5%. Algunas estimaciones con más elevadas cuando hablamos ejecutivos en jefe, que se encuentran situados en la cúpula de la organización.
Desde hace un tiempo, aunque no demasiado, se está estudiando en profundidad el impacto social y económico de estos psicópatas de empresa. El impacto que tiene la actuación de estos psicópatas sobre el personal a su cargo y el daño directo e indirecto que causan a su organización se puede calibrar en billones de euros. Este daño suele producirse a medida que intentan escalar puestos en la dirección de la empresa.
Como se ha comentado antes, los psicópatas suelen carecer de empatía. A consecuencia de ello, tampoco experimentan remordimiento por el mal que pueden causar, lo que le les da vía libre para hacer daño con coste emocional cero. También son típicamente egoístas, manipuladores, impasibles, mentirosos e hipócritas. Otra característica llamativa es su tendencia al autobombo y a hablar de sí mismos como tema central de las conversaciones.
Aparte de estos aspectos negativos, el psicópata puede mostrarse como una persona segura y conocedora de los temas de los que habla, lo que le puede situar en una posición privilegiada a la hora de “venderse” como buenos trabajadores, mandos, etc. Pero la realidad, que se hace dolorosamente evidente con el paso del tiempo, es que contratarles no aporta a la organización nada positivos, sino todo lo contrario. Una vez han obtenido el puesto deseado, la combinación de los rasgos descritos previamente le llevarán a iniciar un comportamiento totalmente falto de ética y de explotación de todos los que le rodean o se encuentran bajo su mando. Para estos psicópatas, las normas que rigen las relaciones laborales y el trabajo representan únicamente pequeños “inconvenientes” que se pueden transgredir.
¿Cómo conseguirá el psicópata sus objetivos en la empresa? Tratará de eliminar cualquier posible amenaza o competencia empleando el acoso a sus compañeros o subalternos, exigirá una obediencia y disponibilidad absolutas, esparcirá rumores maliciosos… Muchos de ellos obtienen buen rendimiento en el trabajo, lo que hace que sus superiores, aunque consideren que sus métodos no son los más adecuados, “toma decisiones difíciles para obtener resultados.”
Podemos definir estos comportamientos del psicópata como extremadamente tóxicos, pero la mayoría de estos se mueven en un rango de comportamiento en el que resulta difícil definirlos como “ilegales”, quedando en un limbo en el que, el trabajador que lo sufre, se siente desprotegido e indefenso.
¿Qué podemos hacer al respecto? No cabe duda de que la prevención supone la herramienta más eficaz contra el comportamiento de estos psicópatas. Resulta muy complicado detectar este tipo de personalidades durante una selección de personal, pues son altamente manipuladores y conocedores de lo que se espera de ellos en las entrevistas. Será la observación de su funcionamiento cotidiano, sabiendo dónde debemos mirar y qué valorar, lo que nos irá dando pistas de la posible existencia de un psicópata entre nosotros. Pero, para que ello llegue a buen puerto, es necesario el compromiso de la dirección de la empresa con la salud laboral de los trabajadores. Una señal de alarma de que nos encontramos frente a un psicópata es el número de bajas, ausencias o renuncias laborales en una sección determinada.
Un psicópata en el trabajo siempre es un peligro real que termina minando sin remedio el ambiente laboral y la relación entre los trabajadores. El coste para la salud mental de aquellos que están bajo su mando, resulta incalculable.
Fernando Pérez Pacho